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Tipos de penicilina

Tipos de penicilina
Los diversos tipos de penicilina sintetizados por varias especies del molde Penicillium se pueden dividir en dos clases: las penicilinas naturales, formadas durante el proceso de fermentación del molde; y las penicilinas semisintética. Debido a que es posible cambiar las características del antibiótico, se producen diferentes tipos de penicilina para diferentes propósitos terapéuticos.

Las penicilinas de origen natural, la penicilina G (bencilpenicilina) y la penicilina V (fenoximetilpenicilina) todavía se usan clínicamente. Debido a su escasa estabilidad en ácido, gran parte de la penicilina G se descompone a medida que pasa por el estómago. Como resultado de esta característica, es necesario administrarla a través de inyección intramuscular, lo que limita su provecho.
La penicilina V, por otro lado, típicamente se administra por vía oral; y es más resistente a los ácidos digestivos que la penicilina G. Algunas de las penicilinas semisintéticas también son más estables frente a los ácidos. Por lo tanto, pueden administrarse como medicamentos orales.
Todas las penicilinas funcionan de la misma manera, es decir, inhibiendo las enzimas bacterianas responsables de la síntesis de la pared celular en microorganismos replicantes; y activando otras enzimas para descomponer la pared protectora del microorganismo. Como resultado, son efectivos solo contra microorganismos que se replican activamente y producen paredes celulares. Por ende, tampoco dañan las células humanas, que fundamentalmente carecen de paredes celulares.
Ciertas cepas de bacterias previamente susceptibles, como Staphylococcus, han logrado crear una resistencia específica a las penicilinas naturales. Estas bacterias producen β-lactamasa (penicilinas); una enzima que interrumpe la estructura interna de la penicilina; y destruye la acción antimicrobiana del fármaco. O bien, carecen de receptores de la pared celular para la penicilina; reduciendo en gran medida la capacidad del fármaco para entrar en las células bacterianas.
Esto ha conllevado a la fabricación de penicilinas resistentes a la penicilinasa, es decir, penicilinas de segunda generación. Si bien pueden resistir la actividad de β-lactamasa, estos agentes no son tan efectivos contra Staphylococcus como las penicilinas naturales; y se asocian con un riesgo aumentado de toxicidad hepática. Además, determinadas cepas de Staphylococcus se han hecho resistentes a la penicilina. Un ejemplo de ello sería el Staphylococcus aureus, con resistencia a la meticilina (SARM).ç

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